Trucos de motivación: ser microambicioso y establecer metas a corto plazo

Trucos de motivación: ser microambicioso y establecer metas a corto plazo

Hace poco tiempo vi un vídeo, de esos que hay a millares por Internet, que hablaba sobre el sentido de la vida y las lecciones aprendidas: en ella se hablaba de que tener un sueño no era algo necesariamente bueno. De hecho insinuaba que tener sueños demasiado grandes sólo conducía a que, en el hipotético caso de poder llevarlo a cabo durante la vida, cuando lo hubiéramos logrado estaríamos demasiado cerca de la muerte para disfrutarlo.

Pese a estar hasta cierto punto de acuerdo, soy más de la opinión del personaje Húmedo von Mustachen (de las novelas de Terry Pratchett):

Nunca prometas hacer lo posible. Lo posible puede hacerlo cualquiera. Hay que prometer hacer lo imposible porque a veces lo imposible es posible, si uno encuentra la forma, y por lo menos a veces se pueden extender los límites de lo posible. Y si no lo consigues, bueno, es que era imposible.

Y sobre todo:

—¡No! —Húmedo dio un puñetazo en la mesa—. ¡Nunca diga eso, Toliverio! ¡Nunca! ¡Hay que correr antes que andar! ¡Volar antes que gatear! ¡Siempre seguir adelante! … Porque si fracasamos, prefiero fracasar por todo lo alto. ¡Todo o nada, señor Ardite!

¿Y cómo logramos hacer eso? Con las técnicas de motivación adecuadas.

Es importante saber que la motivación viene de dos fuentes: la motivación extrínseca, que son las recompensas externas por realizar determinada tarea, y la motivación intrínseca, que es aquella que surge de nuestro interior y es independiente de las recompensas o incentivos que consigamos al terminar nuestra labor. La extrínseca otorga placer al completar las metas, la intrínseca en el proceso para lograrlas. Por ello es muy importante aprender a desarrollar esa motivación intrínseca.

Para ello existen unas pautas que podemos seguir:

  • Establecer objetivos: Para llevar a cabo nuestros proyectos debemos saber qué es lo que realmente queremos hacer. Una vez que sabemos lo que queremos hacer podremos empezar a pensar en cómo hacerlo.
  • Hacer presentes esos objetivos: Escribirlos en un diario o en una pizarra. Se consciente de lo que quieres lograr pero sin obsesionarse: la idea es tenerlo presente no subordinar toda nuestra vida a ello.
  • Diseñar un plan de acción con pequeños pasos y metas a corto plazo: Lo más importante para mantener la motivación es ir alcanzando metas y avanzando en nuestros objetivos. Si establecemos una meta que sea “correr una maratón” es muy difícil que veamos nuestro avance; mientras que si nuestras metas son “participar en una carrera popular de 2 km, participar en una carrera de 5 km, participar en una carrera de 10 km, participar en una media maratón y participar en una maratón” podemos tener una visión real de nuestro progreso a través de las metas intermedias.
    NOTA: Precisamente esta es una de las bases de una metodología de la que hablaré en el futuro en este blog: SCRUM.
  • Observa tu progreso de la forma en que resulta más positiva: Mientras estés en las primeras etapas de tu proyecto centra tu atención en lo que llevas conseguido, cuando estés en las fases finales en lo poco que queda para acabar.
  • No te detengas: Si no tienes mucho tiempo, estás cansado o no puedes concentrarte, busca alguna tarea de tu proyecto que no requiera mucho tiempo o esfuerzo. Incluso algo tan trivial como leer sobre un tema relacionado o ver una película con elementos comunes con tu proyecto serán de utilidad para tus objetivos.
  • Otórgate alguna recompensa al alcanzar las metas: Un dulce, una cena especial, un rato de autoindulgencia jugando a tus juegos favoritos u otras actividades que disfrutes especialmente son buenas formas de recompensar el esfuerzo realizado.
  • Busca apoyo social: Seguro que en tu entorno puedes encontrar gente que esté dispuesta a animarte y apoyarte para conseguir llevar a cabo tu proyecto. Y si bien es cierto que a veces la gente es un asco y es mejor estar solo que mal acompañado, no es demasiado difícil encontrar gente positiva a nuestro alrededor. Además, al compartir nuestras ideas estamos firmando un contrato social en el que nos comprometemos a llevar a cabo nuestro proyecto.

De hecho, la mejor forma de afrontar esto es desde el concepto de la “microambición“: en lugar de querer lograr algo enorme, si lo rompemos en trozos pequeños y ambicionamos completar el primer trozo, luego el segundo y continuamos así hasta haberlo completado, es seguro que llegaremos mucho más lejos que si directamente tratamos de alcanzar el objetivo gigantesco y lejano que nos planteamos al principio.

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